sábado, 6 de septiembre de 2014

Las TMNT en el mundo Ninja - Cap. 3 / 2da parte

Y el rescate continua, aunque ustedes no lo crean. Y si no me creen ¿que esperan para leer esta nueva entrega?

Escojan a su gusto el tamaño de la fuente para que sea más cómoda su lectura... ¡y a leer se ha dicho!

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
El rescate 
Cap. 3 - 2da parte

Cuerpo: 14 16 18

Mientras volaban en dirección a Escorbuto para asestarle un golpe, los hermanos hubieran querido detenerse en el aire para no recibir su ataque. Con veloces movimientos, el encapuchado había sacado de sus bolsillos un escalpelo y un pincel de punta redonda. Ante la atónita mirada de las tortugas, el malvado impregno la hoja del bisturí con el veneno del pincel dando una cruceta mientras parte del líquido salía despedido hacía adelante. La equis no logró cortar a los hermanos, pues habían detenido el golpe, pero el veneno si les llego a tocar el cuerpo produciéndoles en pocos segundos la parálisis de los miembros afectados.

_ ¡Demonios! No puedo usar mi brazo derecho – se lamentó Rafael.

_ Yo ninguno – le dijo Leonardo que contemplaba desahuciado sus katanas en el suelo.

_ ¡¿En serio?! ¡Rayos! ¡¿Cómo pudo pasar esto?!

_ ¡Jo, jo, jo, jo, jo, jo! ¡Jo! ¡Son míos! ¡Jo! ¡Ju, ju, ju, ju!
La maquiavélica risa enfureció más a Rafael, haciendo que perdiera la cordura. Con su brazo libre intentó alcanzar a Escorbuto, pero este aprovecho para paralizarlo también. El grito de rabia hizo sacudir los paneles de cristal en la caverna.

_ ¡Je, je, je! Tú debes tener la sangre bastante más concentrada que los otros, eh ¡Jo, jo, jo, jo!
Con los dos brazos entumecidos, la tortuga cargo sin miramientos contra Escorbuto dando patadas endiabladas. Pero su rival las esquivaba ágilmente, y en pocos segundos incapacitó por completo a su atacante.

_ ¡No! ¡Rafael! – grito Leonardo angustiado.

_ ¡Sí! – aclamo Escorbuto extasiado.

_ ¡#@*! – maldijo Rafa.

_ ¡Shannaro! – vocifero Tekura al dejar por el suelo al encapuchad con su mazo. La batalla había terminado.

_ ¿Pero…? ¿Cómo…? ¿Eh? – balbuceaban las tortugas sin entender que había sucedido.

_ Vaya, vaya. Parece que nuestro enemigo no era a prueba de golpes ¡ja, ja, ja, ja! En seguida los reanimo, amigos.
Luego de que maniataran al inconsciente Escorbuto, las tortugas liberan al rehén.

_ ¡Miguel! ¡Por fin te encontramos! – dijo Rafael mientras estrujaba a su hermano.

_ ¡Mgh! ¡Ufh! ¡Ho…hola, Rafa! – contesto la estrujada tortuga.
Después de recuperarse, secarse y sentarse, el extrovertido ninja fue acribillado a preguntas.

_ ¡Oigan, oigan! ¿Creen que yo sé lo que ocurrió? Solo sé que quiero algo de comer, aunque no de lo que él me dio, eso sí.

_ Lo siento, Mike. Es que estamos algo confundidos por todo lo que ha ocurrido. En el campamento nos espera Splinter donde podrás comer todas las pizzas que quieras.

_ ¡Eso quería oír, Rafa! Entonces ¿nos vamos?

_ Ja, ja, ja. De seguro, hermano.

_ ¡En marcha, pues! – responde Miguel muy animado.

_ Esperen ¿y qué hacemos con Escorbuto?

_ ¡Cierto! Ya me había olvidado de él ¿y si lo dejamos aquí con un par de limones guardianes?

_ ¡Rafa!

_ Lo sé, lo sé Leo. Yo me encargo de llevarlo.

_ ¿Rafael haciendo chistes? ¿Cuánto tiempo estuve encerrado? – inquiere Miguel desconcertado.
Con los ánimos a tope, el grupo sale raudo por los lúgubres pasillos de la guarida, cuando de repente sienten que todo se venía abajo.

_ ¡Diantres! ¿Por qué ahora?

_ Yo creo que sé la respuesta – le contesta el maniatado al sorprendido Rafael.

_ ¡¿Cómo?!

_ Oye ¿no habías preguntado “por qué”?
Escorbuto recibe un golpe como respuesta.

_ ¡Ouch! Ya… ya. Entiendo las indirectas. Y creo que tú también ¡jo, jo, jo, jo, jo!

_ ¿Quieres otro para que se te acomoden las ideas?

_ ¡¡No, no, no!!

_ Bien. Eso quería oír. Y ahora, antes de que quedemos sepultados, nos dirás que sucede.
Repentinamente Rafa siente que se desvanece el peso que llevaba. Dándose la vuelta, ve que el encapuchado huía velozmente por donde habían venido.

_ ¡Jo, jo, jo, jo, jo, jo! ¡Ja, ju, ja, ju, ja! ¡Luego regresaré por vuestra sangre! ¡Ñaca, ñaca! – y se desvanece en la oscuridad.

_ ¡¡Demonios!! Ese miserable…

_ ¡No hay tiempo para eso ahora, Rafa! Necesitamos salir de aquí cuanto antes.

_ ¡Rayos! Lo sé, lo sé.
Retomando la huida, se topan con que la vía principal estaba bloqueada por enorme rocas.

_ Si tan solo estuviera con nosotros Donatello…

_ ¡Lo sé, lo sé Leo! Pero de seguro que Tekura puede encargarse de esto ¿no es así?

_ ¿Yo? Oigan, pero ¿y ustedes solo saben blandir armas puntiagudas o qué?

_ Este… buen punto, Tekura – le replica Rafael.

_ Bien, como no hay de otra ¡Shannaro!
Cuando comenzó a abanicar su mazo, empezaron a caer una tras otra más y más rocas que los obligaron a retroceder, esquivando por poco el aluvión aplastante.

_ ¡Cielos! Eso estuvo cerca.

_ Ya lo creo, Leo. Y me parece que con la cantidad que ha caído, no lograremos salir de aquí a tiempo aunque ponga todo mi empeño en romper estas rocas.

_ Eso no me agrada – dijo el espadachín tornado su mirada a los lados para ver otra vía de salida. Tras de sí tenían el pasillo que conducía al laboratorio de Escorbuto y el que iba a la letrina. Fue entonces que se dieron cuenta de algo.

_ ¿Dónde está Miguel?

_ ¿No está contigo?

_ No, Leo.

_ ¡Oh! ¿No será que fue sepultado con el derrumbe?

_ ¡¿Qué dices?! ¡No! ¡¡No!! ¡¡No puede ser!! – exclama Rafa desesperado. Raudo comenzó a remover las piedras dejándose llevar por completo.
La kunoichi miraba anonada mientras la tortuga quitaba frenético una roca tras otra. Leonardo permaneció indeciso un rato, pero luego acompaño a su hermano en la angustiosa tarea.

_ ¡Mike! ¡Mikey! ¡¡Respóndeme!! – vociferó la rebelde con amargura.
Desde lo lejos se oyó la voz de la tortuga que les respondía.

_ ¿Qué pasa? ¿Por qué tanto escándalo?
Brotándole lágrimas de alegría, Rafael coloca su oído sobre una piedra para escuchar mejor.

_ ¡Mike! ¿Estás bien?

_ ¿Eh? Claro que estoy bien ¿por qué lo preguntas?

_ ¿Por qué lo pregunto? ¡Por qué estoy preocupado por ti, amigo!

_ Oh… ¿en verdad? ¡Yo también te quiero, Rafa! – y se le abalanza por detrás para darle un gran abrazo.

_ ¡Miguel! ¡¿Dónde estabas?! – pregunta su hermano consternado.

_ ¿Yo? Bueno… es que tenía que ocuparme de un “derrumbe” más peligroso en el baño, je, je.


--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

1 comentario: