sábado, 30 de agosto de 2014

Digimon Z / Introducción - Cap.1/ 7ma parte

Acción y adrenalina desbordan esta entrega, mis caros lectores. Y no digo más porque... no sé que más decir, XD.

Escojan a su gusto el tamaño de la fuente para que sea más cómoda su lectura... ¡y a leer se ha dicho!

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El encuentro
Cap. 1 - 7ma parte

Cuerpo: 14 16 18
Aquelos no podía cree lo que sus ojos estaban viendo. Desde un enorme cráter formado en la calzada asfáltica frente a su hogar, un enorme golem de tierra se incorporaba.
Al instante, Gotimon se interpuso entre su mutamer y el constructo.
La madre del muchacho, aterrada, espiaba por la ventana. Algunos vecinos de la cuadra pronto se reunieron en redor de los dos digimons. Entonces, el pequeño digicompinche de Aquelos le dirigió unas amenazadoras palabras al golem.

_ ¡Detente ahí, sea como fuere que te llames, o te la verás conmigo, enorme pedazo de tierra con…grandes y…po…poderosos brazos! – grita Gotimon inseguro.
El gran digimon frunce el entrecejo y con cara de pocos amigos, le responde:

_ ¿Tierra? No ves que estoy hecho del chocolate de la más fina calidad, insignificante insecto ¡Te has ganado una terrible golpiza por tu falta de respeto! – vocifera el golem mientras se lanza hacia el pequeño con los dos brazos juntos, con la intención de aplastarlo con sus puños.
Esson mira aterrorizado como su digicompinche se queda inmóvil ante el constructo que se le venía encima.

_ ¡¡¡Gotimon!!! ¡¡Sal de ahí!! – pero era demasiado tarde. Los inmensos puños del gigante hicieron que el pequeño fuera esparcido como gelatina por todo el lugar.
Aquelos quedo horrorizado al ver como su nuevo amigo era eliminado de tal manera. Su madre cayo inconsciente de su asiento. Los vecinos salían corriendo despavoridos mientras otros buscaban sus mangueras para limpiar los restos de Gotimon de sus casas.
El muchacho, desolado, se desplomo al suelo golpeando furiosamente con sus puños la vereda. Luego se refregó las manos adolorido.
El gran cholatoso rio cascadamente.

_ Eso fue demasiado sencillo hasta para mí – se jacto el golem, mientras se limpiaba sus puños con el césped de una de las casas vecinas.
Un grupo de tres niños estaban sollozando al ver que el acuoso digimon fuera derrotado, cuando, como si del maloso líquido de Terminator se tratase, las pequeñas gotas fueron reuniéndose, y poco a poco, el digimon se regeneró por completo ante la atónita mirada de todos los presentes. La madre seguía inconsciente.
Un grito de alivio broto de la garganta del emocionado muchacho.
El diminuto digimon, luego de verificar que no le faltaba ninguna parte, dijo con una pretenciosa seguridad un tanto pedante:

_ ¡Já!



Todos los pasajeros se aferraban a sus asientos mientras que el conductor intentaba inútilmente detener el colectivo que estaba a punto de caer por el barranco.
Misty estaba fuertemente asida del torso de Kenyo, que tenía una mezcla de terror y alegría, cuando su digicompinche lo hizo volver en sí.

_ Kenyo… ¡Kenyo! ¿Me oyes? – sacudía el helado digimon a su mutamer.

_ ¿Eh? Ah…sí, sí. Lo siento ¿qué ocurre Cubymon?
Solo recibió una mirada sarcástica como respuesta. Al instante se dio cuenta de la verdad y, a pesar del atrapante abrazo de Dreide, el muchacho se dirigió a toda prisa con su digicompinche en brazos a la parte delantera del bus.

_ ¿Qué vas a hacer, Kenyo? – le pregunta atemorizada la bella muchacha.
Pero no recibe respuesta de él, que abre con firmeza el tragaluz y deja pasar por este al cúbico digimon.

_ Contamos contigo, Cubymon – le dice Kenyo.

_ Confía en mí – le responde muy serio su digicompinche.
Faltaban pocos metros (diez, no más que eso) para llegar al precipicio. Todos tomaron la postura fetal y se agacharon esperando lo peor. Pero en vez de sentir como el bus caía por un interminable precipicio, sintieron como que el colectivo se deslizaba por una resbaladiza superficie.
Misty fue la primera en dirigir su mirada fuera del bus y, asombrada, vio como Cubymon había construido un largo tobogán en espiral que se aferraba al borde del acantilado. Pero este no terminaba justamente en el suelo.
Kenyo saco la cabeza por el tragaluz para poder preguntarle qué había ocurrido.

_ ¡Qué quieres! Se me termino el hielo. En etapa básica no se tiene mucho más poder que este, Kenyo – refunfuña Cubymon.

_ No te preocupes, Cuby – le responde riendo – seguro que vamos a lograr salir ilesos de esta.
El digimon le sonríe aliviado.
Entonces, el muchacho siente unos suaves golpecitos en su hombro y desciende a ver quién era. Dreide lo esperaba con su digicompinche en brazos.

_Ahora es nuestro turno, Kenyo.
El muchacho le sonríe, y luego le hace pie para que ella pudiera subir a Limon sobre el techo del colectivo.

_ Es momento de demostrar el poder femenino – le dice la joven al sonrojado digimon que dé más sabia que ellos no tenían género.
Este se dirige presuroso a donde se encontraba Cubymon.

_ Ahora es mi turno.

_ Es todo tuyo – le responde el cubito dándole paso al cítrico.
El bus ya se encontraba dando la última vuelta por el largo tobogán. Y otra vez, todos los pasajeros se agacharon esperando lo peor.
Limón lanza dos largas enredaderas hasta el borde del acantilado enrollándolas en unos árboles y sujetando con otro par al colectivo.

_ ¡Prepárense para el golpe! – avisa Kenyo a viva voz.
Todos se preparan para la brusca parada. Pero no ocurre nada.
Se oyen murmullos desesperados y uno que otro sollozo.
Entonces, el bus se detiene en seco. Había quedado colgado a solo centímetros del suelo… o mejor dicho, de la gran laguna que se encontraba debajo de ellos.
Todos suspiran aliviados mientras otros se aferran para no caer del vehículo que se encontraba totalmente vertical. Pero de pronto, una de las lianas se rompió haciendo que el bus virara bruscamente hacía la derecha. Gritos y desmayos le siguieron.
Kenyo, no sin mucha dificultad, trepo hasta el tragaluz para ver si los digimons se encontraban bien.
Al asomar la cabeza, vio como Cubymon ayudaba a Limón a mantener firme la última enredadera.
El muchacho salió por la abertura y tomo la liana.

_ Cubymon ¿te queda algo de energía?

_ Me temo que no, Kenyo.
La dulce voz de Dreide se escucha a la vez que detiene en su mano izquierda una enorme barra de chocolate.

_ ¿Quién quiere un rico Coffler? (en mi país, es sinónimo del buen chocolate)
Sin pensarlo dos veces, Cubymon devora el dulce.

_ Listo. Ya tengo las baterías recargadas ¿Qué quieres que haga, Ken?

_ Congelar una parte de esa laguna.

_ ¡A la orden, mi capitán!


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