domingo, 18 de mayo de 2014

Digimon Z / Introducción - Cap.1/ 2da parte

Luego de un episodio introductorio, hoy llega más introducción ¡Yeah!
La cantidad de protagonistas valen las lineas necesarias para ir conociéndolos, aunque no esperen que esto acabe muy pronto.
No obstante, la trama se da a conocer y el trasfondo de todo hará, eso espero, que ustedes se sorprendan ¿o no por nada esta esa "z"?

Espero que disfruten de esta entrega, que presenta a un nuevo digimon o mutamon (como se los va a llamar oficialmente desde ahora)y el apéndice de la obra, donde irán mapas y toda clase de imágenes informativas, además de un par de sorpresas. Colocaré el mapa adjunto aquí en las próximas entregas para que puedan orientarse, y la ilustración del nuevo mutamon en la sección del apendizario.

Escojan a su gusto el tamaño de la fuente para que sea más cómoda su lectura... ¡y a leer se ha dicho!

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El encuentro
Cap. 1 - 2da parte

Cuerpo: 14 16 18

Luego de ir por unas galletas de chocolate, Frantu se las da a la criatura, que las devora de un bocado solo para pedirle más comida.

_ Así que eres un digimon de carne y hueso ¡no me lo puedo creer!

_ Se, se. Ahora, dame más comida y seguimos la charla, que este tipejo necesita más combustible que nunca.

_ Seguro. Pero solo sí me prometes darme todos los detalles – el antes sorprendido Frantu vuela ahora a por más alimento para el insaciable digimon chisporroteante.



Mientras tanto, en Posadas DC, Crisel salía de su departamento en dirección a la costanera para tomar unos ricos tragos de mate. Pero antes de cruzar la calle, una bola marrón cayó sobre él desde un árbol, haciendo que perdiera el equilibrio.

_ ¡Qué diablos! ¡¿Qué rayos es esta cosa?! – vocifera el asustado muchacho.

_ ¡Hola! Soy Dustmon, un digimon. Encantado de conocerte.

_ ¡¿Un qué?!

_ Soy tu digicompinche y ese resplandor que sale de tu bolsillo es tu celular convirtiéndose en un digitorola.

_ ¡¡¡No!!! – grita horrorizado al ver que su querido celular se convertía en un modelo diferente al de su marca preferida.



Volviendo al ómnibus, que al fin partía de la ciudad de Jardín América, el tío de Dreide se sienta cerca de ellos y entabla conversación con Kenyo.

_ Así que no eres del tipo que a mi sobrina le gusta ¡qué pena!

_ Ah… eh – solo atino a responder el avergonzado protagonista.

_ No lo avergüences más tío – replica ella riéndose entre dientes – que por poco se vuelve un tomate.

_ Que se le va a hacer, yo soy así. Pero bueno, por lo menos preguntémosle como se llama, donde vive, a que se dedica y otros yerbas, ¿no te parece, Misty?

_ ¡Tío! ¡Ahora soy yo la avergonzada!
Kenyo resopla a sus adentros pensando que no era tan alocada como parecía.

_ ¡Esa es mi responsabilidad!
Nuestro protagonista traga saliva.

_ Dime ¿Cómo es que te llamas, oh atomatado?

_ Soy Kenyo Iksojats.

_ ¡Waw! Qué apellido más raro el tuyo, aunque tú nombre me encanta – responde Dreide – Por lo que veo eres de mis pagos, aunque nunca antes te había visto. Seguro debes ser un terrible introvertido ¿Y a que te dedicas? ¿O eres estudiante?

_ No soy tan tímido como tú crees, es solo que cuando estoy cerca de una…
En ese instante, cuando salían de Santo Pipo, el colectivo dio una brusca virada hacia la izquierda como queriendo esquivar algo. Nuestro trío observo lo que habían desviado: era como un cigarrillo gigantesco con patas y brazos. Al momento, dicha criatura comenzó a lanzar colillas contra el ómnibus qué ya había partido a toda velocidad. Ningún disparo dio en el blanco. Todos se sentaron con una expresión de asombro en sus caras, menos el mimo que iba cuatro asientos más adelante… y el borracho que dormía a su lado roncando a todo volumen.

_ ¡¿Qué fue eso?!– preguntó Misty muy asustada.

_ Eso, mi cara sobrina, era un digimon.

_ ¡¡¡¿No?!!! ¡¿En serio?!– exclama Kenyo.

_ Pero esas criaturas son solo anime ¿no habrá sido otra cosa? – pregunta la joven.

_ ¿Pero cómo sabe usted eso, señor Sam?
_ Es cierto tío ¿Cómo es que lo sabes?



Volviendo a la casa de Frantu, el digimon ya había acabado con el último vestigio de comida… y también la de toda la cuadra del vecindario.

_ Estoy satisfecho – pronuncia gratificado lanzando un eructo.

_ ¡¡¡Al fin!!! ¡Te comiste como dos toneladas y ni se te nota!

_ No por nada me llaman el “agujero negro” – replica sonriente.

_ Bueno. Ahora lo prometido: cuéntame todo o te reseteo.

_ Listo. Pues bien: el digimundo nuevamente está amenazado, pero está ves el virus hizo estragos mutando a todos los digimons. Ahora no existen más los antiguos, sino más bien digimutantes de ellos. Pero eso no es todo: este gusano informático trajo consigo un sequito cuantioso de lo más desagradable que puedas pensar.

_ Jum – dice Frantu tomándose la barbilla – Así que está ves la trama es un poco más original que de costumbre. Pero ¿cómo te llamas, y cuáles son tus características?
Tomando una postura de pavoneo, sea como sea que lo haya logrado con ese cuerpo sin extremidades, el orgulloso mutamon dice:

_ Yo soy el grandioso Chispitamon: el samurái del fuego.

_ Pero que nombre más trucho –replica el joven riéndose a todo pulmón.

_ ¡No te rías! ¡Te dije que somos todos unos mutantes ahora!

_ ¿Y cómo se llama el virus? No será Miotismon, ¿no?

_ No, por suerte, no. Se dice que este es el virus original; se autodenomina: Mon.
El muchacho pone cara de no creerle.

_ ¡¿Ah?! ¿Así?

_ Te dije que era el original… bah, mejor dicho, el primero. Pero hace poco paso a su etapa de novato y se llama Amon.

_ Que original – se jacta Frantu con sarcasmo.

_ Y es muy probable que cuando vayamos al digimundo habrá alcanzado su etapa de campeón: Mamon.
El joven, tratando de aguantarse la risa, desiste desternillándose a todo pulmón.

_ ¡No te burles, que es muy poderoso el frutoso!

_ Seguro, seguro. Pero has dicho ¿irnos? ¿Pero cómo?

_ Pues, en colectivo hasta Jardín América, donde se encuentra el portal.

_ Vaya, que cosas.

_ ¡Ah! Tú celular ahora es un digitorola, algo similar al digivice, pero con eso de la mutación, ya sabes.

_ Cierto, pero… ¿Y cómo digievolucionan ahora?

_ Buena pregunta.



Luego de varios minutos, Crisel reacciona.

_ No me dirás que eres una de esas cosas que veía de chico ¿no?

_ Seguro, pero ahora somos un poco diferentes al resto de nuestros predecesores.

_ ¿O sea que vamos a pasarnos el verano peleando con todo tipo de mostrencos?

_ Si así es como llamas purificar al digimundo del virus original, pues sí.
El joven sonríe de mejilla a mejilla.

_ ¡Bien! Ya mismo preparo mi bolso y salimos para… ¿a dónde?

_ A Jardín América.


Más al norte de la provincia, en la ciudad de Montecarlo, un joven se había despertado empapado sin saber por que esa mañana. Dirigió su mirada al suelo de donde siguió el rastro del charco de agua que provenía de la pantalla de su PC. Por poco se desmaya al ver que su amada computadora estaba mojada. Pero casi le dio un infarto cuando de la pantalla salió una bola acuosa con la forma de una gran gota de agua.


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//Apéndice//

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