martes, 19 de agosto de 2014

Digimon Z / Introducción - Cap.1/ 6ta parte

Mientras el periplo de Frantu continua, más sorpresas le esperan en el camino. Y ni que decir de Aquelos y su acuoso compañero mutamon...

Escojan a su gusto el tamaño de la fuente para que sea más cómoda su lectura... ¡y a leer se ha dicho!

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El encuentro
Cap. 1 - 6ta parte

Cuerpo: 14 16 18

Frantu había depositado el cuerpo de la adormilada Febi en la parte posterior de una todotorreno que había sido abandonada por los políticos.
Sentía que su deber era llevarla a un hospital, por lo que sin miramientos, partió de inmediato rumbo a las instalaciones del Madariaga.
Ledmon se encontraba junto a la muchacha, encendiendo y apagando su lumbrera denotando su preocupación. Chispitamon estaba totalmente callado, sin saber que decir al ver la expresión de su mutamer.

Extrañamente, ese lunes al mediodía, la ruta nº 12 estaba desierta, por lo que la carrera de Frantu no tuvo percances hasta que un automóvil de color carmesí se interpuso en su camino, haciendo que ambos vehículos desviaran su curso para no colisionar.
Frantu hizo todo lo posible para detener a la camioneta y no chocar contra una de las jirafas del alumbrado, situación similar a la del conductor del otro auto. Este desciende del mismo y corre enfurecidamente al encuentro de Frantu.

_ ¡Idiota! ¡Por poco y nos matas con tu X-Terra! – vocifera Turbine.

_ Y tú no venias muy despacio que digamos – le contesta él.

_ ¿Frantu? ¿Qué haces acá?

_ ¿Crisel? ¡Amigo, tanto tiempo!

_ Tenía que ser. Ahora termina siendo que con el único loco que nos encontramos es amigo de este otro. Mundo pequeño – refunfuña Rouge.

_ ¿Qué onda, che? ¿Cómo va todo?

_ Y, acá estamos. Ni sabes lo que me paso hoy…

_ Digo lo mismo Frantu. De seguro que te vas a morir cuando veas que cosa me encontré cerca de mi casa.

_ ¿Un digimon?

_ ¿Cómo sabias?

_ Porque me paso lo mismo.

_¡Opa! ¿Y ella quién es? – pregunta Crisel mientras señala a la muchacha acostada dentro del todoterreno.

_ Ella es Febi, y no se encuentra muy bien. Justo la estaba llevando al Madariaga.

_ Ahora entiendo la prisa – responde Turbine.

_ Se te ve muy preocupado, Fran ¿ella está muy grave?

_ Hem… sí. No. No sé – responde dudosamente el sanjosino.

_ Entiendo. Vete de una vez que luego te alcanzamos. Es necesario que ahora te ocupes de ella en primer lugar. Ya nos vamos a organizar más tarde para ir a Jardín América.

_ Tienes… tienes razón. Nos vemos allá.
Frantu se sube rápidamente a la camioneta y da marcha enseguida.
Turbine mantiene su mirada sobre el vehículo que se alejaba, mientras recuerda al fornido joven: este tenía el cabello negro, con un corte sencillo y bastante corto, pero dejando un flequillo para darse un aire de rebelde. De tez tostada, como todo su cuerpo, no presentaba grandes rasgos, pero si lo hacia el resto de su cuerpo, lleno de cicatrices. Era de gran porte superando bastante a Crisel. Llevaba puesta sobre una remera roja una chaqueta de jean azul al igual que sus pantalones. Esta se presentaba sin abotonar, dejando ver el dibujo de su camiseta (una motocicleta tipo chopper). Calzaba un par de borceguíes cortos, de color negro y tenía atada en su cabeza una bandana escarlata, y en sus manos un par de mitones rojizos. Presionando sus labios, ella luego dice:

_ Tu amigo parece ser un tipo muy bueno y tierno.

_ Así es Rouge.

_ Sí no fuera por esa chica… mmmh – se relame la pelirroja.

_ ¡Hey! – pero Crisel se tapa la boca avergonzado.

_ Que ¿estás celoso? Ni en tus sueños, pervertido. Sigámoslos enseguida – y la joven se dirige lentamente hacía el Viper.

_ Eh… este… ¡Sí! Ya voy Turbine…
Los dos se suben al automóvil y de un brusco giro de partida, siguen al preocupado Frantu, que ya les llevaba unos cuantos cientos de metros de ventaja.


Mientras tanto, en Montecarlos, Aquelos preparaba su equipaje, cuando Gotimon lo interrumpió.

_ ¿Qué es todo lo que llevas ahí?

_ Pues, lo básico para este viaje: un par de zapatillas y unas pocas ropas, camisas, pantalones, remeras, pulloveres, medias, mangas largas, jeans, shorts, polares, camperas…

_ Jum. No creo que vayas a poder llevar más de una valija. Sería mejor una mochila pequeña, ya que vamos a viajar largas distancias a pie.

_ Pero yo…

_ Es mejor que solo lleves dos o tres mudas de ropa, Aquelos.

_ Es que no conozco el clima del Digimundo y…

_ Ya deja esas ocho maletas y toma este bolso, que es lo suficientemente grande.

_ Está bien – responde el joven de mala gana
Finalmente se lleva el bolso y una mochila, ya que Gotimon no logró que dejara más cosas “imprescindibles”.

_ Ahora me pregunto yo, pero ¿y dónde me voy esconder, Aquelos?

_ Te sales por esa ventana y me esperas fuera. Busco mi riñonera que está en el cuarto de costura donde mi madre y…

_ ¡Ni lo pienses! No voy a ir dentro de esa cosa.

_ ¡Bueno, está bien! Voy a dejar el pequeño televisor portátil para que puedas ir dentro de la mochila entonces.

_ ¿Televisor? ¿Y pensabas que en el digimundo había señales de cable?

_ ¿Qué no?

_ ¡Ay, estos humanos! – se lamenta el digimon.
El joven se despide de su madre, una mujer sencilla ataviada de ama de casa, con la excusa de que tenía que ir a Jardín América para ver a un amigo que le ayudaría con sus estudios universitarios. Obviamente, ella no se lo creyó, ya que él era un típico nerd, por lo que pensó de que se trataba de algún asunto peligroso, por supuesto.

_ Hijo. Yo no nací ayer como para caer en esas tretas ¿me vas a decir que otra vez te metiste con uno de tus programas en la Internet y ahora tienes que ir a sacar de un apuro a otro de tus amigotes? – le pregunta su madre muy ceñuda.

_ Ah… si… ¡Si, eso es mamá!

_ ¿Y hacía falta que me encubrieras eso? Si ya es una costumbre.

_ Es cierto, es cierto – sonríe Aquelos un tanto avergonzado.
De pronto, se oye desde su mochila como que una botella de bebida gaseosa es abierta.
Ya saben: ¡Tsssshh! O sí estaba caliente: ¡¡Tshshshshssssssssssssssssssssssssssssssss!!
La que se oyó fue esta última.

_ ¿Qué fue eso, hijo? – pregunta su madre mientras miraba curiosa la mochila.

_ Ah… este… ¡Seguro se destapó mi Pespi! Qué cosa, ya no las hacen como antes – se ríe forzadamente mientras se apresura por revisar que había pasado.

_ ¿Me estas escondiendo otra cosa, Esson?
Cuando su madre lo llamaba por ese nombre, no había pero que valiese. A regañadientes le entrego su mochila.
Al inspeccionar la misma, la pobre mujer casi se desmaya, pero como era de fuerte temperamento y muy sagaz, de pronto se da cuenta de la verdad.

_ Esto es un… un… ¡Una aberración que creaste en algún laboratorio de tus amigos!
Olvidémonos del segundo atributo de la madre.

_ ¡No mamá! Es un digimon.

_ Nah. No es cierto. Tu hermana tenía toda la colección y nunca vi en ella a esta cosa.
Gotimon puso cara de ofendido.

_ ¿Mamá? ¿Acaso tú veías esa serie? – pero de pronto, una explosión se oyó fuera.


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//Apéndice//

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