martes, 27 de mayo de 2014

Digimon Z / Introducción - Cap.1/ 3ra parte

Y los hechos se siguen sucediendo. Uno a uno, cada protagonista y compañero digimon van entrando en escena para formar parte de, el día de hoy, un relato bien condimentado.

Como siempre, inspeccionen el apartado del "Digidex" en la sección del Apendizario para conocer a los nuevos mutamons.

Escojan a su gusto el tamaño de la fuente para que sea más cómoda su lectura... ¡y a leer se ha dicho!

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El encuentro
Cap. 1 - 3ra parte

Cuerpo: 14 16 18

El aterrorizado muchacho se quedó inmóvil ante esa criatura acuosa que había salido de la pantalla de su ordenador. Entonces, está comienza a emitir unos sonidos por lo que parecía ser su boca:

_ ¡Glup! ¡Glup!
El joven no responde.

_ ¿Flush bloch glup?
Sigue sin decir nada, aunque ahora cambio su expresión de asombro por la de la duda.

_ ¡Plush glupy glupy flush plash! ¿Glup pash?
El muchacho se acerca a la criatura, la observa detenidamente y de repente se da cuenta de la verdad:

_ ¿Eres un… un digimon?

_ ¡¡¡Flush!!! ¡Glup plash plash!

_ Eh… si, claro.



Cerca de las diez de la mañana Crisel se embarcaba en la Terminal de ómnibus de la ciudad de Posadas con destino a Jardín América. El digimon iba dentro de un bolso a espaldas del joven, que tomo asiento en una de las primeras butacas del vehículo.
Luego de sentarse, notó que su bolso se movía mucho.

_ Dustmon, quédate quieto o te van a ver.

_ Pues, no soy yo el que se mueve Cris_ le responde el digimon desde su mochila.

_ ¿Y qué es entonces esto en mi bolso? Y… ¿Cuándo te metiste en mi mochila?

_ Espero que no sea…

_ ¡¿Y dónde pusiste mis cosas?! ¡Tenía toda mi ropa ahí adentro!

_ La puse dentro del bolso… pero mejor dale un vistazo a… esa cosa.
Desde dentro del mismo salta a la cabecera de la butaca delantera una maraña multicolor sin orejas, con dos ojos saltones y un botón como boca.

_ ¡¿Qué cosa es esa?!

_ El, Cris, es Pelusamon: el terror de las amas de casa.

_ Y tiene mi ropa mezclada con el ¿Cómo vamos a hacer para recuperarla?
Mientras tanto, como ya se habrán dado cuenta, todo el resto de los pasajeros gritaban y exclamaban gritos de asombro como: ¡¿Qué es eso?! - ¡Ah! - ¡Auxilio! – etc.

_ Ejem… como ya parece medio tarde para que te sigas escondiendo, mejor actuemos ¿Qué ataques puedes hacer?

_ Como pertenezco a la clase de tipo tierra puedo lanzarle rocas…

_ ¡No, tonto! De qué sirve si está hecho de marañas; además de destruir todo el bus.

_ Y entonces ¿Qué hago?

_ No sé. El escritor no me doto con mucha lógica que digamos.



Al igual que Crisel, Frantu se embarcó en ómnibus con dirección a ya saben dónde, pero su digimon estaba bien oculto en su maleta, así que no habría ningún peligro de que lo descubrieran en el viaje. Más que nada porque había puesto junto una docena de emparedados.
Luego de partir de la Terminal de San José, el joven queda profundamente dormido... y eso que estaba emocionado. Pero al llegar a la garita de la ciudad de Posadas, el vehículo hace una maniobra brusca que lo hace despertar. Y otra vez las mismas expresiones de asombro y horror de los pasajeros.
Frente a ellos, o mejor dicho a sus espaldas, ya que el ómnibus había virado en ciento ochenta grados, una enorme colisión de coches, camiones y demás vehículos estaban bloqueando el camino. Sobre la enorme pila, una extraña figura se alzaba desafiante, vociferando con voz de mando con el edicto de que todo digimón que se creyera digno viniera a desafiar al poderoso, veloz e inigualable rey de las leguminosas.
Frantu se levanta un tanto adolorido de su butaca y de inmediato abre su maleta para darse cuenta de que Chispitamon ya no estaba en ella. Desesperado lo busca con la vista, pero no lo ve por ninguna parte. Entonces pregunta a uno de los pocos pasajeros que aún no se habían desmayado si habría visto a una criatura peluda y rojiza. Pero era en vano, cada vez que hacía la misma pregunta la persona a la que iba dirigida o se desmayaba o salía corriendo o se ponía a gritar incontrolablemente. Entonces, el muchacho escucha una explosión en dirección al accidente. De inmediato corre al frente del ómnibus y presiona el interruptor que abre la puerta lateral, pero está no responde. Intenta con la compuerta media, pero tampoco se abre. Como los martillos que se utilizan para romper los cristales ya habían sido… robados hacia mucho, no le quedó más opción que probar con los tragaluces del colectivo. Ni bien tomo los estribos que activan el mecanismo de apertura, la compuerta… cayó al suelo. Se subió a la cabecera de una de las butacas cercanas y apoyando la pierna izquierda sobre otra, tomo impulso y salió del vehículo. Lo que vio lo dejo boquiabierto: era su antiguo amor no correspondido, más bien platónico de hace muchos años atrás, Febi Neschuck, que junto con su digimon, estaban combatiendo al enemigo. A su lado se encontraba Chispitamon que esporádicamente le lanzaba pequeñas bolas de fuego a la leguminosa gigante, pero está las esquivaba sin problemas. Entonces, la muchacha dio una orden a su compañero digimon que despareció en un abrir y cerrar de ojos. Luego le ordeno a Chispitamon que mantuviera ocupado a Porotimon, como en realidad se llamaba la habichuela.
Todo en derredor estaba en desorden, muchos cuerpos sin sentido tirados por doquier, automóviles estacionados o ensartados en otros, piqueteros, turistas japoneses tomando fotografías, políticos haciendo campañas electorales. Un desastre total.
Entonces, a espaldas del frijol, aparece el digimon de Febi que le aplica su terrible dentadura mientras que el digimon de Frantu lo remata con una bola de fuego, haciendo que el poroto se desintegre en códigos binarios. Todos los japoneses gritaron de emoción al igual que los piqueteros que recién habían terminado de apalear a los políticos. Frantu, no sin asombro, se acercó a la joven.

_ ¿Febi? ¿Eres tú?

_ ¿Quién eres tú? ¿Y cómo sabes mi nombre?

_ ¿Qué? ¿No te acuerdas de mí? Soy yo, Frantu.

_ Ah, lo siento. No sé quién eres.
Entonces, el digimon de la muchacha se acerca al joven y le dice:

_ Perdona, pero debo decirte algo: ella, cuando yo atravesé el portal interdimensional, perdió la memoria a causa del susto. Lo lamento, realmente. Ahora cree ser una mutamer sin otro fin en la vida. Es muy triste.
Al oír esto, el rostro del joven se empalidece.

_ ¡¡¡No!!! ¡No es cierto! ¡¡No puede ser!! Febi, ¿No me recuerdas?

_ No, lo siento. Mis únicos recuerdos son de las grandes batallas contra Miotismon.

_ ¡Esto es terrible! Debe haber algún modo de hacer que recupere su memoria…
Interrumpiéndole, el pequeño led le responde:

_ Ledmon sabe cómo. Pero la solución está en mi mundo, donde Doctorimon sabrá que hacer… eso espero.

_ ¡Espero que tengas razón! – dice sonriendo – Así que te llamas Ledmon. Ya debes estar en la etapa de novato.

_ En realidad recién en entrenamiento. Es que Febi ha sido muy buena mutamer.

_ Ya veo ¿Y hace cuanto entraste a nuestro mundo?

_ Ledmon siempre estuvo conmigo… este…

_ Frantu.

_ Si, Frantu. En realidad, fue cuando desde la pantalla de mi ordenador apareció una luz enceguecedora y el surgió de ella… ¡Oh! Mi cabeza…–y la joven se desploma en brazos del entristecido muchacho.


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//Apéndice//

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