sábado, 8 de noviembre de 2014

Las TMNT en el mundo Ninja - Cap. 4 / Final

Y llegó el final, amigos. Aunque parezca apresurado, la verdad es que esta historia se extendió más de lo que esperaba en un principio, aunque puedo decir que me hubiera gustado seguir desarrollándola. No obstante estoy conforme como ha terminado y espero, en lo posible, que puedan seguir mis otros proyectos de medio pelo que voy subiendo aquí en este humilde blog.

Escojan a su gusto el tamaño de la fuente para que sea más cómoda su lectura... ¡y a leer se ha dicho!

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Arte vs realidad 
Cap. 4 - Final

Cuerpo: 14 16 18
El enmascarado rápidamente puso sus dos manos en los bolsillos, y luego de unos instantes, saco dos enormes bolas de C4.

_ Oigan, eso me parece familiar.

_ ¿Qué cosa, Miguel?

_ Eso que sostiene, Leo.

_ ¿El C4? Claro, Donatello siempre lleva media docena con él.

_ No, no. No es eso.

_ ¿Y entonces?

_ Me parece recordar algo… ¡Ya sé! Es la técnica que empleaba Gaydara.

_ ¡¿Gaydara?! – exclamó Jones pasmado.
Oyéndoles, el ataviado payaso se acercó a ellos y, para su sorpresa, se quitó la máscara.
Bajo esta se ocultaba ni más ni menos que el rostro del personaje que Miguel Ángel había mencionado, aunque con algunas diferencias: tenía los labios pintados de un rojo carmesí, los ojos sombreados y llevaba puestos un par de anteojos de marco grueso con cristales circulares de color amarillo.

_ ¡Gaydara ya no existe! Ahora soy… ¡Susana!

_ ¿Su…Susana? – se preguntó Mike confundido – ¿la rubia argentina?
Sin perder más el tiempo, el travestido lanzó las dos bolas de explosivos contra los ninjas dibujados. Al tiempo, volvió a tomar más masa de sus bolsillos y repitió el ataque. Varios shinobies cayeron ante el C4. Viendo que la cosa se ponía delicada, las tortugas se lanzaron a la batalla.

_ ¿Quieren detenerme? ¡A mí mis susanos!
Al igual que Madera, el payaso travestido se vio rodeado por una docena de clones de Zeto con paraguas reforzados. La batalla se puso encarnecida con los dos bandos enfrascados en luchas individuales mientras Susana reía alocadamente lanzando explosivos por todo el lugar.
Observando desde una distancia prudencial, Escorbuto permanecía a la expectativa de que alguna de las tortugas cayera. Y así fue, pues una de las ondas expansivas noqueo a Rafael dejándolo inconsciente. Uno de los clones lo tomo y lo llevo ante el albino. Para cuando sus hermanos se dieron cuenta, ya era demasiado tarde.

_ ¡Demonios! ¡¿Cómo pudo pasar?! – se lamentó Leonardo.
Sacando un control remoto de su bata, Escorbuto acciona uno de los botones. La tierra comenzó a temblar y pronto, a sus espaldas, apareció desde la tierra una excavadora de Krang.

_ ¡¿Pero qué…?! ¿No serán Bebop y Rocoso? ¿Cómo…?
Las palabras de Casey fueron apagadas por el intenso ruido que la máquina producía. La compuerta se abrió y desde su interior aparecieron los susodichos personajes. Antes de que pudieran reponerse, el suelo tembló asustadoramente.

_ ¿No será que es el…?
Produciendo un gran levantamiento, la inconfundible esfera del Tecnódromo hizo aparición.

_ ¡¡¿Pero qué rayos está pasando?!! – exclamo Venus de Milo.
Sin tiempo de reacción, el albino lanza un tubo de ensayo sellado al rinoceronte. Este corre con la muestra de sangre de Rafael y desaparece en las profundidades del colosal vehículo.
Para sorpresa de las tortugas, sus adversarios retroceden junto al Tecnódromo.

_ Ve a por Rafa, Miguel. Debemos estar preparados para lo que puedan estar tramando.

_ Seguro, Leo. Aunque me temo que no la tendremos fácil… si mal no recuerdo.

_ ¿A qué te refieres?

_ En la historieta algo malo, muy pero muy malo sucedía cuando conseguían todos los elementos para completar su proyecto.

_ ¡Diantres! Trae a Rafael de inmediato entonces.

_ A la orden.


Contemplando el Tecnódromo, el grupo de héroes ve que cientos de compuertas se abren por todo su redor. Desde ellas aparecen enormes luces de diferentes colores, nueve en total para ser más precisos.

_ ¡Cúbranse los ojos! O mejor dicho ¡¡Ha cubierto!!
Pero ya era demasiado tarde. Los rayos estroboscópicos los atontaron dejándoles paralizados.
Miguel Ángel pudo ver que la alianza ninja suprema había llegado justo solo para caer en el enorme “genjutsu” de los Acatsuki.
Con los últimos segundos de lucidez Miguel vio que surgía desde el Tecnódromo la figura de Shredder. Y entonces todo quedo negro para él.


_ ¡¡¡Es Shredder!!! ¡¡Es él!!
Gritando descontroladamente, la tortuga se despierta en su cuarto bajo las alcantarillas. Miro confundido a todos lados no comprendiendo que estaba ocurriendo. Sus hermanos pronto se reunieron junto a él, somnolientos y bastante malhumorados.

_ ¡¿Qué sucede, Mike?! ¿Has dicho Shredder?

_ ¡Sí! ¡No! No lo sé, Dona…

_ ¿Ah?

_ Ya, Miguel. Veo que te has dormido leyendo esas historietas fantásticas otra vez.
A su lado estaba caído el comic del que había creído formar parte.

_ Pero ¿cómo…? Todo fue tan real.

_ ¡Ya deja de leer eso, zopenco! – dijo Rafael atizándole un golpe en la cabeza – Quedaras más trastornado de lo que ya estas.

_ ¡Auch! Es… está bien. Pero…

_ Pero nada. Te me vas a dormir que mañana tenemos día de entrenamiento intensivo.

_ Ok, Leo. Supongo que todo fue un mal sueño.

_ De seguro, Mike. Y espero que no se repita ¿me oíste?

_ Sí, si Rafa.
Al poco rato todos habían regresado a sus habitaciones. Miguel permaneció despierto sin poder conciliar el sueño tratando de entender que acababa de ocurrirle. Mirando a un lado notó que algo brillaba. Al quitar un par de historietas, encontró el cristal que aquel día Casey Jones le había entregado.

_ Oye, Mike.
La voz de Donatello asusto a la tortuga haciéndole caer la roca.

_ Me has asustado, Dona.

_ Lo siento.
Tomando la piedra brillante, quedo unos segundos viéndola detenidamente.

_ ¿Ves esta roca? Bueno, es casi idéntica a la que Kirby tenía, Mike.

_ ¡¿Cómo has dicho?! ¿Lo conoces?

_ Sí. No fui sincero con ustedes, pero hace mucho cuando estábamos en el apartamento de O´Neil, tuvimos una aventura interdimencional.

_ ¿En verdad? ¡Increíble!

_ Y que lo digas, Miguel.

_ Entonces ¿lo que me ocurrió fue todo real?
Su hermano le sonrió con picardía.

_ ¿Sí? ¡Vaya!

_ Bueno, no he dicho que sí. Verás, en realidad esto no es un cristal cualquiera.

_ ¿No? ¿Entonces?

_ Este, mi caro hermano, es solamente kriptonita de otro color.

_ ¡¿Qué?!
Y nuevamente Miguel fue amonestado por gritar en medio de la noche, acusado de que sus historietas lo habían trastornado. Todo había sido un sueño muy, pero muy real.


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